40El que os recibe á vosotros (dechomenos), á mí recibe; y el que á mí recibe, recibe al que me envió. 41El que recibe profeta en nombre de profeta, merced de profeta recibirá; y el que recibe justo en nombre de justo, merced de justo recibirá. 42Y cualquiera que diere á uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, en nombre de discípulo, de cierto os digo, que no perderá su recompensa.
CAPÍTULO 10: EL CONTEXTO
Para apreciar a fondo nuestra breve lección de tres versículos del Evangelio, debemos comprender su contexto. En este capítulo, Jesús reúne a los doce discípulos y les da el poder de sanar y la autoridad que necesitan para ejercer sobre espíritus inmundos (10:1-5). Después, les hace marchar (10:5-15). Les avisa que se enfrentarán con persecución (10:16-25). Les dice que no teman a la persona que pueda matar al cuerpo, sino que teman a Dios cuyo poder él ejerce sobre cuerpo y alma (10:26-28). Les asegura del amor de Dios (10:29-31). Promete reconocer ante el Padre a todo el que reconozca a Jesús ante su pueblo (10:32-33), y avisa que no ha venido a meter paz, sino una espada (10:34-39).
Por lo tanto, cuando Jesús promete recompensa para aquéllos que reciben al profeta o al justo, esta recompensa viene acompañada por un alto riesgo – como en una zona de guerra espiritual. El profeta y el justo toman riesgos a favor de Cristo, y aquéllos que les ayudan también los toman. Además de proveerles con comida, ropa, alojamiento, y dinero, estas personas demuestran su apoyo personal para Cristo y su iglesia – alientan a aquéllos en el frente de la guerra contra Satanás y sus polizontes.