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Las Crónicas de Narnia nos da un hermoso mensaje


Las Crónicas de Narnia, El Píncipe Caspian, es una de las más espectaculares y maravillosas películas adaptada del libro de C.S. Lewis. No te la puedes perder.

Por si aún no te has enterado, C. S. Lewis escribió esta saga de siete libros inspirándose en La Biblia. Así? Sí, él era cristiano y utilizó imágenes y principios de las Escrituras y de la vida cristiana. Al leer el título del primer libro (El león, la bruja y el ropero), enseguida nos damos cuenta de a qué dos personajes se refiere: el león a Jesucristo y la bruja al diablo.

Es sumamente emocionante encontrar cantidad de alegorías e ilustraciones acerca de lo que es vivir de la mano de Jesucristo.

En esta ocasión, en “Las Crónicas de Narnia: El Píncipe Caspian” los cuatro grandes reyes de Narnia (Peter, Susan, Ed y Lucy), que viven en sus cuerpos de niños en nuestro mundo, se encuentran nuevamente en Narnia. Para ellos han transcurrido sólo meses desde que se alejaron, pero para los habitantes de ese mundo mágico han pasado cientos y cientos de años. Ahora gobiernan los telmarinos y los antiguos narnianos viven escondidos en los bosques. El legítimo heredero del trono, el Príncipe Caspian, con su ejército de enanos y de animales parlantes, deberá combatir al enemigo para que los verdaderos habitantes de Narnia recuperen su libertad, claro está que lo harán con la ayuda de los reyes de antaño y de Aslan, el león.

Sin lugar a dudas, uno de los momentos más emocionantes de esta historia, transcurre cuando hace su aparición Aslan. La pequeña Lucy es la primera en encontrarse con él, que luego de darle un abrazo gigantesco nota algo diferente, Aslan estaba mucho más grande de lo que ella recordaba. Lo primero que pensó Lucy era que él había crecido, pero el león le dice: ‘cada año que pase, tu crecerás y me encontrarás a mí más grande’. ¡Qué maravillosa ilustración! ¡Qué gran verdad revela! A medida que vayamos creciendo en nuestra relación íntima con Jesús, nos daremos cuenta de su grandeza. La sensación es la de encontrarme con que Dios es más grande de lo que pensaba ayer.

Esto me hacer recordar al día en que Jesús y sus discípulos subieron a una barca para cruzar el lago. Mientras navegaban se desató una gran tormenta y la barca empezó a inundarse. Jesús estaba durmiendo y los discípulos desesperados lo despertaron pensando que iban a ahogarse. Entonces Jesús se levantó y reprendió al viento y a las olas y todo quedó tranquilo. ¡Guau! ―dijeron los discípulos― ¿Quién es éste que hasta el viento y el agua le obedecen? (Lucas 8.22-25).

Claro, habían visto algunos milagros de Jesús, pero muy diferente era que le obedezca la naturaleza. ¡Era impresionante! Luego de aquella experiencia dramática supieron que Jesús era mucho más grande y poderoso de lo que hasta ese momento pensaban.


Aquí te va la pregunta: ¿cómo ves a Dios? ¿Cada día que pasa lo ves más grande? El camino de la vida cristiana consiste en crecer para alcanzar la plena estatura de Cristo (Efesios 4.13). ¿Estas creciendo espiritualmente? Para saberlo es muy fácil si pensamos en la frase de Aslan. Simplemente debemos preguntarnos: ¿encuentro a Dios más grande de lo que creía ayer? Grábate en la mente esta pregunta y háztela periódicamente. Úsala como ‘termómetro’ para medir tu crecimiento espiritual.
¡Dios es más grande de lo que te imaginas!

Trailer de la película:

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