Cuando alguien calla para no fastidiar a otro mayormente pensamos que esta bien. Pero si hay algun motivo por el cual alzar la voz que motive a l
a solidaridad por alguien, a veces vale la pena no callar. No todos los gritos deben molestarnos.
Si nos molesta alguien por su vestimenta, su olor, su forma de hablar o su origen étnico y no lo queremos escuchar, entonces algo debe estar pasando en nosotros. Algo debe estar mal. Preferimos escuchar a una persona de terno y corbata, una persona de buena apariencia, de buena reputación, quizá famosa, que desmuestre poseer un estilo social educado, con algo de dinero, buena ropa, etc.
O tal vez preferimos escuchar solo a las personas que coinciden con nuestro pensamiento.
Jesús iba por el camino y un mendigo llamado Bartimeo, según
Marcos 10: 46-52 nos relata este encuentro del cual extraemos este detalle que nos llama la atención. Bartimeo, quien era ciego, y por su condición tenía que mendigar en el camino. Se dice que era a la entrada de la ciudad de Jérico.
"Al oir que era Jesús nazareno, comenzó a gritar: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!.
Muchas trataban de callarlo, como avergonzados, me imagino por el drama y e
scándalo seguramente que había producido tal griterío.
Muchos judíos seguramente pensaban que esta persona no tenía derecho a dirigirse a Jesús. Era un hombre con un defecto físico que, según el pensamiento judío, su enfermedad provenía de algún pecado de él o su familia. Practicamente lo discriminaban religiosamente hablando y físicamente. No había espacio para él en esa sociedad.
Pero él tenía todas sus esperanzas en Jesús, a quien le reconocía como el Mesías prometido que vendría del linaje de David. Algo que para muchos de los judíos no le era tan claro.
Él dio el primer paso de reconcerlo y tener fe en Jesucristo. Estaba ciego físicamente pero su ser había empezado a ver la luz.
Por eso, Jesús quien siempre está atento en el camino de la voz y la necesiadad de la gente, toma mucha atención de este hombre. Su grito de esperanza, de fe y proclamación hizo que Jesús le dijera: ¿qué quieres que te haga?. Le dio la posibilidad de pedir, abrió las puertas del cielo, por asi decirlo, para aquel que creyó, lo reconoció y tuvo esperanza en él.
Finalmente nuestro personaje de hoy, Bartimeo recobró la vista, tuvo el privilegio de alcanzar la curación de su vista y la salvación. Jesús llegó con todo a su vida.
Tratemos de escuchar las necesidades de otros, porque mas tarde pueden llegar a ser nuestras necesidades o de algun familiar.
Seamos aquellos que dijeron "ten ánimo, el maestro te llama" y no aquellos que le mandaron callar. A veces cuando una persona diferente a la congregación entra al templo tememos y lo mandamos callar.
Abramos nuestro corazón a todas las causas justas que respondan a cubrir las necesidades de los demás. Asi veremos la luz de Cristo en nuestras vidas.
Sigamos solo el ejemplo de Jesucristo, sin hacernos tantas preguntas que nos aleja más.
Escucha a tu hijo que necesita de ti, escucha a tus padres que te aman, escucha un sabio consejo...escuchemos a Jesús que nos llama a ser como él.
Todo lo que hagamos a los más pequeños lo hacemos a él, dijo Jesús.
Paulo Llanco
Pastor